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Para el músico jefe. Por David.
En Yahvé me refugio.
¿Cómo puedes decir a mi alma: “Huye como un pájaro a tu montaña”?
Porque, he aquí, los malvados doblan sus arcos.
Colocaron sus flechas en las cuerdas,
para que disparen en la oscuridad a los rectos de corazón.
Si se destruyen los cimientos,
¿qué pueden hacer los justos?
Yahvé está en su santo templo.
Yahvé está en su trono en el cielo.
Sus ojos observan.
Sus ojos examinan a los hijos de los hombres.
Yahvé examina a los justos,
pero su alma odia al malvado y al que ama la violencia.
Sobre los malvados hará llover carbones ardientes;
fuego, azufre y viento abrasador serán la porción de su copa.
Porque Yahvé es justo.
Ama la justicia.
Los rectos verán su rostro.