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El día de Yavé
¡Toquen trompeta en Sion! ¡Suene alarma en mi Montaña Santa! ¡Tiemblen todos los habitantes de la tierra! Porque viene el día de Yavé. Ciertamente está cerca. Día de oscuridad y de falta de luz, como negrura que se extiende sobre las montañas. Es un pueblo grande y poderoso. Nunca hubo algo igual, ni lo habrá en los años de muchas generaciones.
Un fuego devora delante de él. Tras él quema la llama. Como un jardín de Edén era la tierra antes de ellos, pero será un desolado desierto después de ellos y nada en absoluto se les escapa. Su apariencia tiene aspecto de corceles, de jinetes que galopan. Con un estrépito de carruajes brincan en las cumbres de las montañas. Con el chasquido de llamas de fuego devoran la hojarasca, como pueblo poderoso dispuesto para la batalla.
Los pueblos tiemblan delante de él, palidecen todos los semblantes. Corren cual valientes, escalan el muro como guerreros, cada cual marcha en su fila y no abandona su rumbo. No se estorban unos a otros, cada cual marcha por su camino. Cuando irrumpen a través de las defensas no rompen filas. Asaltan la ciudad, escalan el muro, suben a las casas, y como ladrones, penetran por las ventanas.
10 Delante de ellos tiembla la tierra y se estremecen los cielos, el sol y la luna se oscurecen y las estrellas retiran su fulgor. 11  Yavé da su voz ante su ejército. Su campamento es muy grande, poderoso el que ejecuta su Palabra. ¡Porque grande y terrible es el día de Yavé! ¿Quién lo podrá soportar?
Arrepentimiento
12 Pero aun ahora, Yavé dice: ¡Regresen ade todo corazón, con ayuno, llanto y lamento!
13 Rasguen su corazón, y no sus ropas. Regresen a Yavé su ʼElohim, Quien es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en misericordia, y se duele del castigo. 14 Quizás se vuelva, se conduela, y a su paso deje una bendición, es decir, una ofrenda vegetal y una libación para Yavé, el ʼElohim de ustedes.
15 ¡Toquen trompeta en Sion, proclamen ayuno! ¡Convoquen asamblea, 16 congreguen al pueblo, santifiquen la asamblea, reúnan a los ancianos, reúnan a los niños y a los bebés! ¡Salga el novio de su habitación, y la novia de su tálamo! 17 ¡Lloren los sacerdotes entre la entrada y el altar! Y digan los ministros de Yavé: Oh Yavé, perdona a tu pueblo. No entregues tu heredad al oprobio, a la burla entre los gentiles. ¿Por qué se dirá entre los pueblos: Dónde está su ʼElohim?
18 Entonces Yavé se llenará de celo por su tierra y de compasión por su pueblo. 19  Yavé responderá y dirá a su pueblo: Miren, Yo les envío trigo, vino y aceite. Serán saciados con ellos. Y nunca más los pondré como oprobio de las naciones. 20  Alejaré de ustedes al del norte, lo dispersaré por tierra seca y desolada. Su vanguardia estará hacia el mar oriental, y su retaguardia hacia el mar occidental. Se esparcirá su hediondez, y se extenderá su pestilencia, porque hizo grandes cosas.
21 ¡Regocíjate y alégrate, oh tierra, y no temas, porque Yavé hizo proezas! 22 No teman, animales del campo, porque los pastos del desierto germinarán, porque el árbol dará su fruto, y la vid y la higuera producirán abundante fruto.
23 ¡Alégrense, oh hijos de Sion y regocíjense en Yavé su ʼElohim! Porque en su justicia les da la lluvia, la temprana y la tardía como antes. 24 Las eras se llenarán de trigo, los lagares rebosarán de vino nuevo y aceite.
25  Les restituiré los años que devoraron el saltón, el saltamontes, el cigarrón y la langosta, mi gran ejército que envié contra ustedes. 26  Comerán en abundancia, se saciarán y alabarán el Nombre de Yavé su ʼElohim, porque hizo prodigios por ustedes. Nunca más mi pueblo será avergonzado. 27  Sabrán que Yo estoy en medio de Israel, que Yo soy Yavé su ʼElohim y que no hay algún otro. Mi pueblo nunca más será avergonzado.
28  Después de esto derramaré mi Espíritu sobre todo ser humano. Sus hijos y sus hijas profetizarán, sus ancianos tendrán sueños y sus jóvenes tendrán visiones. 29  También sobre los esclavos y las esclavas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
30  Haré prodigios en los cielos y en la tierra, sangre, fuego y columnas de humo. 31  El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que llegue el día grande y terrible de Yavé. 32  Sucederá que todo el que invoque el nombre de Yavé será salvo, porque en la Montaña Sion y en Jerusalén quedará un remanente, según dijo Yavé. Y entre los supervivientes estarán los que Yavé llamó.