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La obediencia superior a los sacrificios
La Palabra de Yavé que vino a Jeremías: Ponte en pie en la puerta de la Casa de Yavé y proclama allí esta Palabra. Dí: Escuchen la Palabra de Yavé todos ustedes los de Judá que entran por estas puertas para adorar a Yavé.
Yavé de las huestes, ʼElohim de Israel, dice: Enmienden sus caminos y sus obras, y los dejaré habitar en este lugar. No confíen en palabras engañosas que dicen: ¡Casa de Yavé, Casa de Yavé, ésta es la Casa de Yavé!
Pero si realmente mejoran sus caminos y sus obras, si en verdad administran justicia entre un hombre y su prójimo, y no oprimen al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni derraman sangre inocente en este lugar, ni andan tras otros ʼelohim para su propia ruina, entonces los dejaré habitar en este lugar, en la tierra que di a sus antepasados para siempre jamás.
Ciertamente ustedes confían en palabras engañosas que no aprovechan. Roban, asesinan, adulteran, juran en falso, queman incienso a baal y andan tras otros ʼelohim que no conocieron. 10  ¿Vendrán y los pondrán delante de en esta Casa, sobre la cual es invocado mi Nombre, y dirán: Somos libres para hacer todas estas repugnancias? 11  ¿Esta Casa, sobre la cual es invocado mi Nombre, es una cueva de ladrones ante los ojos de ustedes? Ciertamente Yo mismo lo veo, dice Yavé.
12  Ahora pues, vayan a mi lugar que estaba en Silo, donde establecí mi Nombre al principio, y vean lo que hice a causa de la maldad de mi pueblo Israel. 13  Ahora pues, porque cometieron tales acciones, dice Yavé, porque les hablé de madrugada sin cesar y no quisieron escuchar, y los llamé y no respondieron, 14  haré también a esta Casa, sobre la cual es invocado mi Nombre, en la cual ustedes confían, y a este lugar que les di a ustedes y a sus antepasados, lo mismo que hice a Silo. 15  Los echaré de mi Presencia, como eché a todos sus hermanos, a toda la descendencia de Efraín.
16  Tú, pues, no intercedas por este pueblo, ni levantes clamor por ellos, ni me ruegues, porque no te escucharé. 17  ¿No ves lo que hacen éstos en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 18  Los hijos recogen la leña, los padres encienden fuego, las mujeres preparan la masa para hacer tortas en honor a la reina del cielo, y dan ofrendas a ʼelohim extraños para provocarme a ira. 19  ¿A Mí me provocan a ira? dice Yavé. ¿No actúan ellos mismos para su propia vergüenza?
20 Por tanto, ʼAdonay Yavé dice: Ciertamente mi ira y mi ardiente furor serán derramados sobre este lugar, hombres y bestias, los árboles del campo y el fruto de la tierra. Arderá y no será extinguido.
La rebelión de Judá
21  Yavé de las huestes, ʼElohim de Israel, dice: Reúnan sus holocaustos con sus sacrificios y coman la carne. 22  Porque nada dije a sus antepasados. Nada les mandé el día cuando los saqué de la tierra de Egipto con respecto a holocaustos y sacrificios, 23  sino les mandé: Escuchen mi voz y Yo seré su ʼElohim y ustedes serán mi pueblo. Anden en todo el camino que les ordené para que les vaya bien. 24  Pero no escucharon ni inclinaron su oído, sino anduvieron con la dureza de su terco corazón, según su propio designio. Fueron hacia atrás y no hacia delante. 25  Les envié a todos mis esclavos profetas. Los envié desde temprano y sin cesar desde el día cuando sus antepasados salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. 26  Pero no me escucharon ni inclinaron su oído. Más bien se volvieron indómitos, y fueron peores que sus antepasados.
27  Tú pues, les dirás todas estas palabras, pero no te escucharán. Los llamarás, pero no te responderán. 28  Por tanto les dirás: Ésta es la nación que no escucha la voz de Yavé su ʼElohim, ni admite corrección. Pereció la verdad. Fue cortada de la boca de ellos. 29  Corta tu cabello y tíralo. Levanta llanto en las alturas, porque Yavé desechó y abandonó a la generación que es objeto de su ira.
30  Porque los hijos de Judá hicieron lo malo ante mis ojos, dice Yavé. Pusieron sus ídolos repugnantes en la Casa sobre la cual es invocado mi Nombre, y así la profanaron. 31  Edificaron los lugares altos de Tófet, que están en el Valle de hijo de Hinom, para quemar a sus hijos y a sus hijas en el fuego, cosa que Yo no les mandé, ni me vino a la mente.
32  Por tanto, ciertamente vienen días, dice Yavé, cuando ya no será llamado Tófet ni Valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza, porque sepultarán en Tófet hasta que no quede lugar. 33  Los cadáveres de este pueblo servirán de alimento a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. No habrá quien las espante. 34  En las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén ordenaré cesar la voz de gozo y de alegría, la voz del novio y de la novia, porque esta tierra será asolada.