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La entrada en Jerusalén
Se acercaron a Jerusalén y llegaron por Betfagé a la Montaña de Los Olivos.
Entonces Jesús envió a dos discípulos y les dijo: Vayan a la aldea que está frente a ustedes, y enseguida hallarán una asna atada y un pollino con ella. Desátenla y tráiganlos. Si alguien les dice algo, digan: El Señor los necesita. Y enseguida los devolverá.
Esto aconteció para que se cumpliera lo dicho por el profeta:
Digan a la hija de Sion: Mira, tu Rey viene a ti manso y sentado sobre una asna, y sobre un pollino, hijo de bestia de carga.
Los discípulos fueron e hicieron como Jesús les mandó. Trajeron el asna y el pollino, pusieron sobre ellos sus ropas, y Jesús se sentó encima de ellas.
La mayoría de la gente extendía sus propias ropas externas en el camino. Otros cortaban ramas de los árboles y las tendían en el camino.
¡Hosanna en las alturas!
La multitud que iba delante y detrás de Él gritaba: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
10 Cuando Él entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió y decían: ¿Quién es Éste? 11 La multitud decía: Éste es el profeta Jesús de Nazaret de Galilea.
Visita al Templo
12 Jesús entró en el Templo. Echó a todos los que vendían y compraban allí. Volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían palomas 13 y les dijo: Está escrito:
Mi Casa será llamada Casa de conversación con Dios.
Pero ustedes la convierten en cueva de ladrones.
14 Unos ciegos y cojos se le acercaron en el Templo, y los sanó.
15 Pero los principales sacerdotes y los escribas, al ver las maravillas que hacía, y a los niños que aclamaban en el Templo y decían: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron 16 y le preguntaron: ¿Oyes lo que dicen éstos?
Jesús les respondió: . ¿Nunca leyeron ustedes:
De boca de los niños y lactantes perfeccionaste la alabanza?
17 Al dejarlos, salió de la ciudad a Betania y pernoctó allí.
La higuera estéril
18 Muy de mañana, mientras subía a la ciudad, tuvo hambre. 19 Al ver una higuera junto al camino, fue hacia ella, pero solo halló hojas. Entonces le dijo: Nunca jamás salga fruto de ti. Y al instante la higuera se secó.
20 Al ver esto, los discípulos se maravillaron y se preguntaban: ¿Cómo se secó al instante la higuera?
21 Jesús les respondió: En verdad les digo, si tienen fe y no dudan, no solo harán lo de la higuera, sino aun si a esta montaña dicen: Quítate y échate al mar, sucederá. 22  Todo cuanto pidan en conversación con Dios, si lo creen, lo recibirán.
La autoridad de Jesús
23 Después que entró en el Templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron mientras enseñaba y le preguntaron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?
24 Jesús les respondió: Yo les preguntaré un asunto. Si me responden, Yo también les diré con qué autoridad hago estas cosas. 25  ¿De dónde era el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de hombres?
Entonces razonaban entre ellos: Si decimos del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creyeron? 26 Y si decimos: De hombres, tememos al pueblo. Porque todos piensan que Juan era un profeta.
27 Respondieron a Jesús: No sabemos.
Y Él les respondió: Tampoco Yo les digo con qué autoridad hago estas cosas.
Parábola de los dos hijos
28  Pero, ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Al acercarse al primero, le dijo: Hijo, , trabaja hoy en la viña.
29  Él respondió: No quiero. Pero después cambió de mente y fue.
30  Al acercarse al segundo, le dijo lo mismo. Él respondió: , señor. Pero no fue. 31  ¿Quién de los dos hizo la voluntad del padre?
Respondieron: El primero.
Jesús les dijo: En verdad les digo que los publicanos y las rameras van delante de ustedes al reino de Dios. 32  Porque Juan vino a ustedes en camino de justicia, y no le creyeron, pero los publicanos y las rameras le creyeron. Y ustedes, quienes vieron, no cambiaron de mente para creerle.
Los labradores malvados
33  Oigan otra parábola: Un padre de familia plantó una viña y le pusieron una cerca. Cavó en ella un lagar y edificó una torre. La arrendó a unos labradores y se fue de viaje.
34  Cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus esclavos a los labradores para recibir su parte de los frutos. 35  Pero los labradores tomaron a sus esclavos. A uno golpearon, a otro mataron y a otro apedrearon.
36  De nuevo envió a otros esclavos, más que los primeros. Y los labradores les hicieron lo mismo.
37  Finalmente, les envió a su hijo porque pensó: Respetarán a mi hijo. 38  Pero los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre ellos: Éste es el heredero. ¡Vengan, matémoslo y poseamos su herencia! 39  Lo detuvieron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.
40  Cuando venga el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?
41 Le respondieron: Matará atrozmente a los malos y arrendará la viña a otros labradores que paguen los frutos en su tiempo.
42 Jesús les preguntó: ¿Nunca leyeron ustedes en las Escrituras?
La Piedra que desecharon los edificadores
Se convirtió en Piedra Principal.
De parte del Señor se hizo esta piedra,
Y es maravillosa a nuestros ojos.
43  Por esto les digo que el reino de Dios les será quitado y será dado a un pueblo que produzca los frutos de tal reino. [[ 44 ]]
45 Al oír sus parábolas, los principales sacerdotes y los fariseos comprendieron que hablaba de ellos. 46 Procuraron arrestarlo, pero temían a la multitud, porque lo estimaban como profeta.