10
Oíd la palabra que Jehová os habla, oh casa de Israel.
Así dice Jehová: No aprendáis el camino de las gentes, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las gentes las teman.
Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; pues cortan el leño del bosque con el hacha, es obra de manos de artífice.
Lo adornan con plata y oro; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva.
Erguidos están como una palmera, pero no hablan; necesitan ser llevados porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque no pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.
No hay nadie como tú, oh Jehová; grande eres tú, y grande es tu nombre en poder.
¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti corresponde; porque entre todos los sabios de las naciones, y en todos sus reinos, no hay nadie como tú.
Pero ellos son del todo torpes y necios. Enseñanza de vanidades es el leño.
Plata extendida es traída de Tarsis, y oro de Ufaz; obra del artífice y de manos del fundidor; azul y púrpura es su vestidura; todos son obra de peritos.
10 Mas Jehová es el Dios verdadero; Él es el Dios viviente y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.
11 Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perecerán de la tierra y de debajo de estos cielos.
12 El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su sabiduría, y extendió los cielos con su inteligencia;
13 a su voz se da muchedumbre de aguas en los cielos, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos.
14 Todo hombre se embrutece en su entendimiento; todo fundidor se avergüenza de su ídolo; porque mentira es su obra de fundición, y no hay espíritu en ellos.
15 Vanidad son, obra irrisoria; en el tiempo de su visitación perecerán.
16 No es como ellos la porción de Jacob: porque Él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su herencia: Jehová de los ejércitos es su nombre.
17 Recoge de las tierras tus pertenencias, tú que moras en la fortaleza.
18 Porque así dice Jehová: He aquí que esta vez arrojaré con honda a los moradores de la tierra, y los afligiré, para que lo hallen así.
19 ¡Ay de , por mi quebrantamiento! Mi herida es muy dolorosa. Pero yo dije: Ciertamente enfermedad mía es esta, y debo soportarla.
20 Mi tienda es destruida, y todas mis cuerdas están rotas; mis hijos se han ido de mí, y perecieron. No hay ya quien levante mi tienda, ni quien ponga mis cortinas.
21 Porque los pastores se entorpecieron, y no buscaron a Jehová; por tanto, no prosperarán, y todo su rebaño será dispersado.
22 He aquí que voz de rumor viene, y alboroto grande de la tierra del norte, para tornar en soledad a todas las ciudades de Judá, en guarida de dragones.
23 Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina el ordenar sus pasos.
24 Corrígeme, oh Jehová, pero con juicio; no con tu ira, no sea que me reduzcas a nada.
25 Derrama tu enojo sobre las naciones que no te conocen, y sobre las familias que no invocan tu nombre; porque se comieron a Jacob, lo devoraron, lo han consumido, y han asolado su morada.