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EL REY Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino.
Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalem; para que bebiesen con ellos el rey y sus príncipes, sus esposas y sus concubinas.
Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalem, y bebieron con ellos el rey y sus príncipes, sus esposas y sus concubinas.
Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de latón, de hierro, de madera, y de piedra.
En aquella misma hora salieron unos dedos de mano de hombre, y escribían delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la palma de la mano que escribía.
Entonces el rey se demudó de su color, y sus pensamientos lo turbaron, y desatáronse las ceñi­duras de sus lomos, y sus rodillas se batían la una con la otra.
El rey clamó en alta voz que hiciesen venir magos, Caldeos, y adivinos. Habló el rey, y dijo a los sabios de Babilonia: Cualquiera que leyere esta escritura, y me mostrare su declaración, será ves­tido de púrpura, y tendrá collar de oro a su cuello; y en el reino se enseñoreará el tercero.
Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, y no pudieron leer la escritura, ni mostrar al rey su declaración.
Entonces el rey Belsasar fue muy turbado, y se le mudaron sus colores y alteráronse sus príncipes.
10 La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete. Y habló la reina, y dijo: Rey, para siempre vive, no te asombren tus pensa­mientos, ni tus colores se demu­den:
11 En tu reino hay un varón, en el cual mora el espíritu de los dioses santos; y en los días de tu padre se halló en él luz y enten­dimiento y sabiduría, como la sabiduría de los dioses: al cual el rey Nabucodonosor, tu padre, el rey constituyó príncipe sobre todos los magos, astrólogos, Caldeos, y adivinos:
12 Por cuanto fue hallado en él mayor espíritu, y conocimiento, y entendimiento, interpretando sueños, y declarando preguntas, y deshaciendo dudas, es a saber, en Daniel; al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese pues ahora a Daniel, y él mostrará la declaración.
13 Entonces Daniel fue traído delante del rey. Y habló el rey, y dijo a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautivi­dad de Judá, que mi padre trajo de Judea?
14 Yo he oído de ti que el espíri­tu de los dioses santos está en ti, y que en ti se halló luz, y enten­dimiento y mayor sabiduría.
15 Y ahora fueron traídos delan­te de , sabios, astrólogos, que leyesen esta escritura, y me mos­trasen su interpretación: pero no han podido mostrar la declara­ción del negocio.
16 Yo pues he oído de ti que pue­des declarar las dudas, y desatar dificultades. Si ahora pudieres leer esta escritura, y mostrarme su interpretación, serás vestido de púrpura, y collar de oro ten­drás en tu cuello, y en el reino serás el tercer señor.
17 Entonces Daniel respondió, y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y tus presentes dalos a otro. La escritura yo la leeré al rey, y le mostraré la declaración.
18 El altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino, y la grandeza, y la gloria, y la honra:
19 Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones, y lenguas, temblaban y temían delante de él. Los que él quería mataba, y daba vida a los que quería: engrandecía a los que quería, y a los que quería humi­llaba.
20 Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en altivez, fue depues­to del trono de su reino, y traspa­saron de él la gloria:
21 Y fue echado de entre los hijos de los hombres; y su cora­zón fue puesto con las bestias, y con los asnos monteses fue su morada. Hierba le hicieron comer, como a buey, y su cuerpo fue bañado con el rocío del cielo, hasta que conoció que el altísimo Dios se enseñorea del reino de los hombres, y que pondrá sobre él al que quisiere.
22 Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto:
23 Antes contra el SEÑOR del cielo te has ensoberbecido, e hicis­te traer delante de ti los vasos de su casa, yy tus príncipes, tus esposas y tus concubinas, bebisteis vino en ellos: demás de esto, a dio­ses de plata y de oro, de latón, de hierro, de madera, y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben, diste alabanza: y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honras­te.
24 Entonces de su presencia fue enviada la palma de la mano que esculpió esta escritura.
25 Y la escritura que esculpió es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.
26 La declaración del negocio es: MENE: Contó Dios tu reino, y halo rematado.
27 TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.
28 PERES: Tu reino fue rompi­do, y es dado a Medos y Persas.
29 Entonces, mandándolo Belsasar, vistieron a Daniel de púrpura, y en su cuello fue puesto un collar de oro, y pregonaron de él que fuese el tercer señor en el reino.
30 La misma noche fue muerto Belsasar, rey de los Caldeos.
31 Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años.