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CUANDO fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para dar el sacrificio de los necios: porque no saben que hacen mal.
No te des priesa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra: por tanto, sean pocas tus palabras.
Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
Cuando a Dios hicieres un voto, no tardes en pagarlo; porque él no se agrada de los insensatos: paga lo que has prometido.
Mejor es que no hagas un voto, a que prometas y no pagues.
No sueltes tu boca para hacer pecar a tu carne; ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se aire a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
Donde los sueños son en mul­titud, también lo son las vanida­des y muchas las palabras; mas tú teme a Dios.
Si violencias de pobres, y extorsión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de esta licencia; por­que alto está mirando sobre alto, y uno más alto está sobre ellos.
Además el provecho de la tie­rra es para todos: el rey mismo está sujeto a los campos.
10 El que ama el dinero, no se har­tará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.
11 Cuando los bienes se aumen­tan, también se aumentan sus comedores. ¿Qué bien, pues, ten­drá su dueño, sino verlos con sus ojos?
12 Dulce es el sueño del trabaja­dor, ora coma mucho o poco; mas al rico no le deja dormir la abundancia.
13 Hay una trabajosa enferme­dad que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas de sus dueños para su mal;
14 Las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron nada les queda en la mano.
15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así se vuelve, tor­nando como vino; y nada tuvo de su trabajo para llevar en su mano.
16 Éste también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar al viento?
17 Demás de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho enojo y dolor y mise­ria.
18 He aquí pues el bien que yo he visto: Que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; por­que ésta es su porción.
19 Asimismo, a todo hombre a quien Dios dio riquezas y hacienda, y le dio también facul­tad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce su trabajo; esto es don de Dios.
20 Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le responderá con alegría de su corazón.