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EMPERO la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Y la mujer respondió a la ser­piente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer
Mas del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no moriréis;
Mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dio­ses sabiendo el bien y el mal.
Y cuando vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabi­duría; tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
Y fueron abiertos los ojos de entrambos, y conocieron que estaban desnudos: entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
Y oyeron la voz del SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al aire del día: y escondióse el hombre y su esposa de la presen­cia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto.
Y llamó el SEÑOR Dios a Adam, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
10 Y él respondió: tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y escondíme.
11 Y díjole: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste para estar conmigo me dio del árbol, y yo comí.
13 Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
14 Y el SEÑOR Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bes­tias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho anda­rás, y polvo comerás todos los días de tu vida:
15 Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta simiente te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el cal­cañar.
16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás los hijos; y a tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti.
17 Y a Adam dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu esposa, y comiste del árbol de que te mandé diciendo, no comerás de él; maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida;
18 Espinos y cardos te producirá, y comerás hierba del campo;
19 En el sudor de tu rostro come­rás el pan hasta que vuelvas a la tierra; porque de ella fuiste toma­do: pues polvo eres, y al polvo serás tornado.
20 Y llamó Adam el nombre de su esposa, Eva; por cuanto ella era madre de todos los vivientes.
21 Y el SEÑOR Dios hizo a Adam y a su esposa túnicas de pieles, y vistiólos.
22 Y dijo el SEÑOR Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros sabiendo el bien y el mal: ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre:
23 Y sacólo el SEÑOR Dios del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía a todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.