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VENID y volvámonos al SEÑOR: que él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días: al tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.
Y conoceremos, y proseguire­mos en conocer al SEÑOR: como el alba está aparejada su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.
¿Qué haré a ti, Efraím? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como la nube de la mañana, y como el rocío que de madrugada viene.
Por esta causa corté con los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como luz que sale.
Porque misericordia quise, y no sacrificio; y conocimiento de Dios más que holocaustos.
Mas ellos, como Adam, traspa­saron el pacto: allí prevaricaron contra mí.
Galaad, ciudad de obradores de iniquidad, ensuciada de sangre.
Y como ladrones que esperan a un hombre, así la compañía de sacer­dotes mata en el camino por consenso; porque ponen en efecto la abominación.
10 En la casa de Israel he visto suciedad: allí fornicó Efraím, se contaminó Israel:
11 También Judá puso en ti una planta, habiendo yo vuelto la cautividad de mi pueblo.