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HE aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma toma contentamiento: he puesto sobre él mi espíritu, dará juicio a los Gentiles.
No clamará, ni alzará, ni hará oír su voz en las plazas.
No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare: sacará el juicio a verdad.
No se cansará, ni desmayará, hasta que ponga en la tierra jui­cio; y las islas esperarán su ley.
Así dice Dios el SEÑOR, el Creador de los cielos, y el que los extiende; el que extiende la tierra y sus verduras; el que da respira­ción al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan:
Yo el SEÑOR te he llamado en justicia, y te tendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto del pueblo, por luz de los Gentiles;
Para que abras ojos de ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que están de asiento en tinieblas.
Yo el SEÑOR: este es mi nom­bre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.
Las cosas primeras he aquí vinieron, y yo anuncio nuevas cosas: antes que salgan a luz, yo os las haré notorias.
10 Cantad al SEÑOR un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis al mar, y lo que la hinche, las islas y los moradores de ellas.
11 Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar: canten los moradores de la roca, y desde la cumbre de los montes den voces de júbilo.
12 Den gloria al SEÑOR, y pre­diquen sus loores en las islas.
13 El SEÑOR saldrá como gigante, y como hombre de gue­rra despertará celo: gritará, vo­ceará, esforzaráse sobre sus ene­migos.
14 Desde el antiguo he callado, tenido he silencio, y heme dete­nido: daré voces como la que está de parto; asolaré y devoraré juntamente.
15 Tornaré en soledad montes y collados, haré secar toda su hier­ba; los ríos tornaré en islas, y secaré los estanques.
16 Y guiaré los ciegos por cami­no que no sabían, haréles pisar por las sendas que no habían conocido; delante de ellos torna­ré las tinieblas en luz, y los rode­os en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé.
17 Serán vueltos atrás y en extre­mo confundidos, los que confían en las esculturas, y dicen a las estatuas de fundición: Vosotros sois nuestros dioses.
18 Sordos, oid; y vosotros ciegos, mirad para ver.
19 ¿Quién ciego, sino mi siervo? ¿quién sordo, como mi mensaje­ro, que envié? ¿quién ciego como el perfecto, y ciego como el siervo del SEÑOR,
20 Que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?
21 El SEÑOR se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla.
22 Mas este es pueblo saqueado y hollado, todos ellos enlazados en cavernas y escondidos en cár­celes: son puestos a saco, y no hay quien libre; hollados, y no hay quien diga, Restituid.
23 ¿Quién de vosotros oirá esto? ¿quién atenderá y escuchará en orden al porvenir?
24 ¿Quién dio a Jacob en presa, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue el SEÑOR, contra quien pecamos? y no quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley.
25 Por tanto derramó sobre él el furor de su ira, y fuerza de gue­rra; púsole fuego de todas partes, empero no entendió; y encendió­le, mas no ha parado mientes.