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AHORA cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en un recuesto, lugar fértil.
Habíala cercado, y despedregá­dola, y plantádola de vides esco­gidas: había edificado en medio de ella una torre, y también asen­tado un lagar en ella; y esperaba que llevase uvas, y llevó uvas sil­vestres.
Ahora pues, vecinos de Jerusalem y varones de Judá, juzgad ahora entre y mi viña.
¿Qué más se había de hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que llevase uvas, ha llevado uvas sil­vestres?
Os mostraré pues ahora lo que haré yo a mi viña: Quitaréle su vallado, y será para ser consumi­da; aportillaré su cerca, y será para ser hollada;
Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerá el cardo y las espinas: y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.
Ciertamente la viña del SEÑOR de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta suya deleitosa. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.
¡Ay de los que juntan casa con casa, y allegan heredad a heredad hasta acabar el término! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra?
Ha llegado a mis oídos de parte del SEÑOR de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas.
10 Y diez huebras de viña produ­cirán un zaque, y treinta modios de simiente darán tres modios.
11 ¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embria­guez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende!
12 Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas, y vino; y no miran la obra del SEÑOR, ni consideran la obra de sus manos.
13 Por tanto mi pueblo fue lleva­do cautivo, porque no tuvo cono­cimiento: y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.
14 Por eso ensanchó su interior el infierno, y sin medida abrió su boca; y en él descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su faus­to, y el que se gozaba.
15 Y el hombre vil será humillado, y el varón será abatido, y bajados serán los ojos de los altivos.
16 Mas el SEÑOR de los ejérci­tos será ensalzado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia.
17 Y los corderos serán apacen­tados según su costumbre; y extraños comerán las gruesas desamparadas.
18 ¡Ay de los que traen la iniqui­dad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta,
19 Los cuales dicen: Venga ya, apresúrese su obra, y veamos: acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepa­mos!
20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amar­go por dulce, y lo dulce por amargo!
21 ¡Ay de los sabios en sus ojos, y de los que son prudentes delan­te de mismos!
22 ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuer­tes para mezclar bebida;
23 Los que dan por justo al impío por cohechos, y al justo quitan su justicia!
24 Por tanto, como la lengua del fuego consume las aristas, y la llama devora la paja, así será su raíz como pudrimiento, y su flor se desvanecerá como polvo: por­que desecharon la ley del SEÑOR de los ejércitos, y abo­minaron la palabra del Santo de Israel.
25 Por esta causa se encendió el furor del SEÑOR contra su pue­blo, y extendió contra él su mano, e hirióle; y se estremecie­ron los montes, y sus cadáveres fueron arrojados en medio de las calles. Con todo esto no ha cesa­do su furor, antes está su mano todavía extendida.
26 Y alzará pendón a naciones de lejos, y silbará al que está en el cabo de la tierra; y he aquí que vendrá pronto y velozmente.
27 No habrá entre ellos cansado, ni que vacile; ninguno se dormi­rá ni le tomará sueño; a ninguno se le desatará el cinto de los lomos, ni se le romperá la correa de sus zapatos.
28 Sus saetas amoladas, y todos sus arcos entesados; las pezuñas de sus caballos parecerán como de pedernal, y las ruedas de sus carros como torbellino.
29 Su rugido como de león; rugirá a manera de leoncillos, rechinará los dientes, y arrebata­rá la presa; la apañará, y nadie se la quitará.
30 Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar: entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación, y en sus cielos se oscurecerá la luz.