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ASÍ dijo el SEÑOR: Guardad derecho, y haced justicia: porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse.
Bienaventurado el hombre que esto hiciere, y el hijo del hombre que esto abrazare: que guarda el sábado de profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal.
Y el hijo del extranjero, allega­do al SEÑOR, no hable dicien­do: Apartaráme totalmente el SEÑOR de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco.
Porque así dijo el SEÑOR a los eunucos que guardaren mis sába­dos, y escogieren lo que yo quie­ro, y abrazaren mi pacto:
Yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré que nunca perecerá.
Y a los hijos de los extranjeros que se llegaren al SEÑOR para ministrarle, y que amaren el nombre del SEÑOR para ser sus siervos: a todos los que guarda­ren el sábado de profanarlo, y abrazaren mi pacto,
Yo los llevaré al monte de mi santidad, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa, casa de oración será llamada de todos los pueblos.
Dice el Señor DIOS, el que junta los echados de Israel: Aun juntaré sobre él sus congregados.
Todas las bestias del campo, todas las bestias del monte, venid a devorar.
10 Sus atalayas ciegos son, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir.
11 Y esos perros ansiosos no conocen abundancia; y los mismos pastores no supieron entender: todos ellos miran a sus caminos, cada uno a su provecho, cada uno por su cabo.
12 Venid, dicen, tomaré vino, embriaguémonos de sidra; y será el día de mañana como este, o mucho más excelente.