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Y RESPONDIÓ Job, y dijo:
Hoy también hablaré con amargura; que es más grave mi llaga que mi gemido.
¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! yo iría hasta su silla.
Ordenaría juicio delante de él, y henchiría mi boca de argumen­tos.
Yo sabría lo que él me respon­dería, y entendería lo que me dijese.
¿Pleitearía conmigo con gran­deza de fuerza? No: antes él la pondría en mí.
Allí el justo razonaría con él: y escaparía para siempre de mi juez.
He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré; y al occidente, y no lo percibiré:
Si al norte él obrare, yo no lo veré; al sur se esconderá, y no lo veré.
10 Mas él conoció mi camino: probaráme, y saldré como oro.
11 Mis pies tomaron su rastro; guardé su camino, y no me apar­té.
12 Ni me aparté del mandamiento de sus labios; he estimado las palabras de su boca más que mi comida necesaria.
13 Empero si él se determina en una cosa ¿quién lo apartará? Lo que su alma desea, esto hace.
14 Él pues acabará lo que ha determinado de mí: y muchas cosas como éstas hay en él.
15 Por lo cual yo me espanto en su presencia: consideraré, y temerélo.
16 Dios ha enervado mi corazón, y hame turbado el Todopoderoso.
17 ¿Por qué no fui yo cortado delante de las tinieblas, y cubrió con oscuridad mi rostro?