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¿SABES tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿o miraste tú las ciervas cuando están pariendo?
¿Contaste tú los meses de su preñez, y sabes el tiempo cuando han de parir?
Encórvanse, hacen salir sus hijos, pasan sus dolores.
Sus hijos están sanos, crecen con el pasto: salen y no vuelven a ellas.
¿Quién echó libre al asno mon­tés, y quién soltó sus ataduras?
Al cual yo puse casa en la soledad, y sus moradas en lugares estériles.
Búrlase de la multitud de la ciudad: no oye las voces del arriero.
Lo oculto de los montes es su pasto, y anda buscando todo lo que está verde.
¿Querrá el unicornio servirte a ti, ni quedar a tu pesebre?
10 ¿Atarás tú al unicornio con su coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti?
11 ¿Confiarás tú en él, por ser grande su fortaleza, y le fiarás tu labor?
12 ¿Fiarás de él que te tornará tu simiente, y que la allegará en tu era?
13 ¿Diste tú hermosas alas al pavo real, o alas y plumas al avestruz?
14 El cual desampara en la tierra sus huevos, y sobre el polvo los calienta,
15 Y olvídase de que los pisará el pie, y que los quebrará bestia del campo.
16 Endurécese para con sus hijos, como si no fuesen suyos, no temiendo que su trabajo haya sido en vano:
17 Porque le privó Dios de sabi­duría, y no le dio entendimiento.
18 Luego que se levanta en alto, búrlase del caballo y de su jinete.
19 ¿Diste tú al caballo la fortale­za? ¿vestiste tú su cerviz de relin­cho?
20 ¿Le intimidarás tú como a alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable:
21 Escarba la tierra, alégrase en su fuerza, sale al encuentro de las armas:
22 Hace burla del espanto, y no teme, ni vuelve el rostro delante de la espada.
23 Contra él suena la aljaba, el hierro de la lanza y de la pica:
24 Y él con ímpetu y furor escar­ba la tierra, sin importarle el sonido de la bocina;
25  Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea!, y desde lejos huele la batalla, el grito de los capita­nes, y la vocería.
26 ¿Vuela el gavilán por tu industria, y extiende hacia el sur sus alas?
27 ¿Se remonta el águila por tu mandamiento, y pone en alto su nido?
28 Ella habita y está en la roca, en la cumbre de la roca, en lugar seguro.
29 Desde allí acecha la comida: sus ojos observan de muy lejos.
30 Sus pollos chupan la sangre: y donde hubiere cadáveres, allí está.