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¿DE dónde vienen las guerras, y los pleitos entre vosotros? ¿no vienen de esto, a saber, de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros?
Codiciáis, y no tenéis: matáis y apetecéis tener, y no podéis alcanzar: combatís y guerreáis, empero no tenéis, porque no pedís.
Pedís, y no recibís; porque pedís mal, para gastarlo en vuestras concupiscencias.
Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
¿Pensáis que la Escritura dice en vano: El espíritu que mora en nosotros, codicia para envidia?
Mas él da mayor gracia. Por esto él dice: Dios resiste a los soberbios, empero da gracia a los humildes.
Sed pues sujetos a Dios: resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad vuestras manos; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa conviértase en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
10 Humillaos delante de la presencia del Señor, y él os ensalzará.
11 Hermanos, no digáis mal los unos de los otros: el que dice mal de su hermano, y juzga a su hermano, este tal dice mal de la ley, y juzga a la ley; mas si juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.
12 Uno es el dador de la ley, que puede salvar, y destruir: ¿Quién eres que juzgas a otro?
13 Ea ahora, vosotros los que decís: Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y compraremos y venderemos, y ganaremos:
14 Por cuanto vosotros no sabéis lo que será mañana. Porque, ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y después se desvanece.
15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quisiere, y si viviéremos, haremos esto o aquello.
16 Mas ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es maligna.
17 Así que, el que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.