6
HUID, hijos de Benjamín, de en medio de Jerusalem, y tocad bocina en Tecoa, y alzad por señal humo sobre Bet-haquerem: porque del norte se ha visto mal, y quebrantamiento grande.
A mujer hermosa y delicada comparé a la hija de Sión.
A ella vendrán pastores y sus rebaños; junto a ella en derredor pondrán sus tiendas; cada uno apacentará a su parte.
Denunciad guerra contra ella: levantaos y subamos al mediodía. ¡Ay de nosotros! que va cayendo ya el día, que las sombras de la tarde se han exten­dido.
Levantaos, y subamos de noche, y destruyamos sus pala­cios.
Porque así dijo el SEÑOR de los ejércitos: Cortad árboles, y extended baluarte junto a Jerusalem: ésta es la ciudad que toda ella ha de ser visitada; vio­lencia hay en medio de ella.
Como la fuente nunca cesa de manar sus aguas, así nunca cesa de manar su malicia; injusticia y robo se oye en ella; continua­mente en mi presencia, enferme­dad y herida.
Corrígete, Jerusalem, porque no se aparte mi alma de ti, por­que no te torne desierta, tierra no habitada.
Así dice el SEÑOR de los ejér­citos: Del todo rebuscarán como a vid el remanente de Israel: torna tu mano como vendimia­dor a los cestos.
10 ¿A quién tengo de hablar y amonestar, para que oigan? He aquí que sus orejas son incircun­cisas, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra del SEÑOR les es cosa vergonzosa, no la aman.
11 Por tanto estoy lleno de la ira del SEÑOR, trabajado he por contenerme; derramaréla sobre los niños en la calle, y sobre la reunión de los jóvenes juntamen­te; porque el marido también será preso con la esposa, el viejo con el lleno de días.
12 Y sus casas serán traspasadas a otros, sus heredades y también sus esposas; porque extenderé mi mano sobre los moradores de la tierra, dice el SEÑOR.
13 Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande de ellos, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacer­dote, todos son engañadores.
14 Y curan el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.
15 ¿Hanse avergonzado de haber hecho abominación? No por cierto, no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza: por tanto caerán entre los que caerán; caerán cuando los visitaré, dice el SEÑOR.
16 Así dijo el SEÑOR: Paraos en los caminos, y mirad, y pregun­tad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.
17 Desperté también sobre voso­tros atalayas, que dijesen: Escuchad a la voz de la trompe­ta. Y dijeron ellos: No escuchare­mos.
18 Por tanto oid, naciones, y cono­ce, oh conjunto de ellas.
19 Oye, tierra. He aquí yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon a mis palabras, y aborrecieron mi ley.
20 ¿A qué viene para mí este incienso de Seba, y la buena caña olorosa de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son a mi volun­tad, ni vuestros sacrificios me dan gusto.
21 Por tanto el SEÑOR dice esto: He aquí yo pongo a este pueblo tropiezos, y caerán en ellos los padres y los hijos junta­mente, el vecino y su cercano perecerán.
22 Así ha dicho el SEÑOR: He aquí que viene pueblo de tierra del norte, y gente grande se levantará de los cantones de la tierra.
23 Arco y escudo arrebatarán; crueles son, que no tendrán mise­ricordia; sonará la voz de ellos como el mar, y montarán a caba­llo como hombres dispuestos para la guerra, contra ti, oh hija de Sión.
24 Su fama oímos, y nuestras manos se descoyuntaron; apode­róse de nosotros angustia, dolor como de mujer que pare.
25 No salgas al campo, ni andes por camino; porque espada de enemigo y temor hay por todas partes.
26 Hija de mi pueblo, cíñete de saco, y revuélcate en ceniza; hazte luto como por hijo único, llanto de amarguras: porque presto vendrá sobre nosotros el destruidor.
27 Por fortaleza te he puesto en mi pueblo, por torre: conocerás pues, y examinarás el camino de ellos.
28 Todos ellos príncipes rebeldes, andan con engaño; son latón y hierro: todos ellos son corruptores.
29 Quemóse el fuelle, del fuego se ha consumido el plomo: por demás fundió el fundidor, pues los malos no son arrancados.
30 Plata desechada los llamarán, porque el SEÑOR los desechó.