7
Y SE juntaron a él los Fariseos, y ciertos de los escribas que habían venido de Jerusalem;
Y cuando vieron a algunos de sus discípulos comer pan con manos inmundas, que quiere decir, no lavadas, los condenaban.
Porque los Fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y otras muchas cosas hay que han recibido para guardar, como el lavar de las copas, y de los jarros, y de los vasos de latón, y de las mesas.
Entonces le preguntaron los Fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, mas comen pan sin lavar las manos?
Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, mas su corazón lejos está de .
Mas en vano me adoran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.
Porque dejando el mandamiento de Dios, os guardáis la tradición de los hombres: como el lavar de los jarros y de las copas; y hacéis muchas otras cosas semejantes a éstas.
Y les decía: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
10  Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y: El que maldijere al padre o a la madre muera de muerte.
11  Mas vosotros decís: Si el hombre dijere a su padre o a su madre: Es Corbán (que quiere decir, don mío) a ti aprovechará; quedará libre.
12  Y no le dejáis más hacer nada por su padre o por su madre;
13  Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis: y muchas cosas hacéis semejantes a éstas.
14 Y cuando hubo llamado a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended:
15  Nada hay fuera del hombre que entrando en él, le pueda contaminar; mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre.
16  Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
17 Y cuando él fue entrado en casa, apartado de la multitud, le preguntaban sus discípulos de la parábola.
18 Y les dice: ¿Así también vosotros sois sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar;
19  Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina, purgando todas las viandas?
20 Y decía, lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre.
21  Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, adulterios, fornicaciones, homicidios,
22  Hurtos, avaricias, maldades, engaño, lascivia, ojo maligno, blasfemia, soberbia, insensatez.
23  Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
24 Y levantándose de allí, se fue a los términos de Tiro y de Sidón, y entrando en una casa, quiso que nadie lo supiese; mas no pudo esconderse.
25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó a sus pies.
26 Y la mujer era Griega, Sirofenisa de nación, y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
27 Mas Jesús le dijo: Deja primero hartarse los hijos: porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros.
28 Y respondió ella, y le dijo: , Señor; pero los perros debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
29 Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.
30 Y cuando llegó a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija echada sobre la cama.
31 Y volviendo a salir de los términos de Tiro y de Sidón, vino al mar de Galilea, por en medio de los términos de Decápolis.
32 Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima.
33 Y tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;
34 Y mirando al cielo, gimió, y dijo: Efata: es decir: abierto.
35 Y al instante fueron abiertos sus oídos, y fue desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
36 Y les mandó que no le dijesen a nadie; mas cuanto más les mandaba, tanto más y más lo publicaban.
37 Y estaban sobremanera atónitos, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.