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¿POR qué se amotinan las gentes, y los pueblos ima­ginan cosas vanas?
Estarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra el SEÑOR, y contra su ungido, diciendo:
Rompamos sus coyundas, y echemos de nosotros sus cuer­das.
El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos.
Entonces hablará a ellos en su furor, y turbarálos con su ira.
Yo empero he puesto mi rey sobre Sión, monte de mi santi­dad.
Yo publicaré el decreto: el SEÑOR me ha dicho: Mi Hijo eres tú; yo te engendré hoy.
Pídeme, y te daré por heredad las gentes, y por posesión tuya los términos de la tierra.
Quebrantarlos has con vara de hierro: como vaso de alfarero los desmenuzarás.
10 Y ahora, reyes, entended: admitid corrección, jueces de la tierra.
11 Servid al SEÑOR con temor, y alegraos con temblor.
12 Besad al Hijo, porque no se enoje, y perezcáis en el camino, cuando se encendiere un poco su furor. Bienaventurados todos los que en él confían.