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VENID, celebremos alegremente al SEÑOR: cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
Entraremos en su presencia con acciones de gracias; aclamé­mosle con salmos.
Porque el SEÑOR es Dios grande; y Rey grande sobre todos los dioses.
Porque en su mano están las pro­fundidades de la tierra, y las altu­ras de los montes son suyas.
Suyo también el mar, pues él la hizo; y sus manos formaron la seca.
Venid, adoremos y postrémo­nos; arrodillémonos delante del SEÑOR nuestro hacedor.
Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. Si hoy oye­reis su voz,
No endurezcáis vuestro cora­zón como en Meriba, como el día de Masa en el desierto;
Donde me tentaron vuestros padres, probáronme, y vieron mi obra.
10 Cuarenta años estuve disgus­tado con la nación, y dije: Pueblo es que divaga de corazón, y no han conocido mis caminos.
11 Por tanto juré en mi furor que no entrarían en mi reposo.