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EN aquel tiempo habrá manan- tial abierto para la casa de David y para los moradores de Jerusalem, para el pecado y la inmundicia.
Y será en aquel día, dice el SEÑOR de los ejércitos, que talaré de la tierra los nombres de las imágenes, y nunca más ven­drán en memoria: y también haré talar de la tierra los profetas, y espíritu de inmundicia.
Y será que cuando alguno más profetizare, diránle su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás, porque has hablado men­tira en el nombre del SEÑOR: y su padre y su madre que lo engendraron, le alancearán cuan­do profetizare.
Y será en aquel tiempo, que todos los profetas se avergonza­rán de su visión cuando profeti­zaren; ni nunca más se vestirán de manto velloso para mentir.
Y dirá: No soy profeta; labra­dor soy de la tierra: porque esto aprendí del hombre desde mi juventud.
Y le preguntarán: ¿Qué heridas son éstas en tus manos? Y él res­ponderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos.
Levántate, oh espada, sobre el pastor, y sobre el hombre compa­ñero mío, dice el SEÑOR de los ejércitos. Hiere al pastor, y se derramarán las ovejas: mas tor­naré mi mano sobre los chiqui­tos.
Y acontecerá en toda la tierra, dice el SEÑOR, que las dos par­tes serán taladas en ella, y se per­derán; mas la tercera quedará en ella.
Y meteré en el fuego la tercera parte, y los refinaré como se refina la plata, y los probaré como se prueba el oro. Invocarán mi nombre, y yo les oiré, y diré: Pueblo mío; y ellos dirán: El SEÑOR es mi Dios.