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Y AQUEL día cantó Débora, con Barac, hijo de Abinoam, diciendo:
Porque ha vengado las injurias de Israel, porque el pueblo se ha ofrecido de su voluntad, load al SEÑOR.
Oíd, reyes; estad, oh príncipes, atentos: yo cantaré al SEÑOR, cantaré alabanzas al SEÑOR Dios de Israel.
Cuando saliste de Seir, oh SEÑOR, cuando te apartaste del campo de Edom, la tierra tembló, y los cielos destilaron, y las nubes gotearon aguas.
Los montes se derritieron delante del SEÑOR, este Sinaí, delante del SEÑOR Dios de Israel.
En los días de Samgar hijo de Anat, en los días de Jael, cesa­ron los caminos, y los que anda­ban por las sendas apartábanse por torcidos senderos.
Las aldeas habían cesado en Israel, habían decaído; hasta que yo Débora me levanté, me levanté madre en Israel.
En escogiendo nuevos dioses, la guerra estaba a las puertas: ¿se veía escudo o lanza entre cuaren­ta mil en Israel?
Mi corazón está por los príncipes de Israel, los que con buena voluntad se ofrecieron entre el pueblo: load al SEÑOR.
10 Vosotros los que cabalgáis en asnas blancas, los que presidís en juicio, y vosotros los que viajáis, hablad.
11 Lejos del ruido de los arche­ros, en los abrevaderos, allí repe­tirán las justicias del SEÑOR, las justicias de sus villas en Israel; entonces bajará el pueblo del SEÑOR a las puertas.
12 Despierta, despierta, Débora; despierta, despierta, profiere un cántico. Levántate, Barac, y lleva tus cautivos, hijo de Abinoam.
13 Entonces ha hecho que el que quedó del pueblo, señoree a los magníficos: el SEÑOR me hizo enseñorear sobre los fuertes.
14 De Efraím salió su raíz con­tra Amalec tras ti, Benjamín, contra tus pueblos; de Maquir descendieron príncipes, y de Zabulón los que solían manejar punzón de escribiente.
15 Príncipes también de Isacar fueron con Débora; y como Isacar, también Barac se puso a pie en el valle. De las divisio­nes de Rubén hubo grandes impresiones del corazón.
16 ¿Por qué te quedaste entre las majadas, para oír los balidos de los rebaños? De las divisiones de Rubén grandes fueron las disqui­siciones del corazón.
17 Galaad se quedó de la otra parte del Jordán: y Dan ¿por qué se estuvo junto a los navíos? Mantúvose Aser a la ribera del mar, y quedóse en sus puertos.
18 El pueblo de Zabulón expuso su vida a la muerte, y Neftalí en las alturas del campo.
19 Vinieron reyes y pelearon: entonces pelearon los reyes de Canaán en Taanac, junto a las aguas de Meguido, mas no lleva­ron ganancia alguna de dinero.
20 Del cielo pelearon: las estrellas desde sus órbitas pelea­ron contra Sísara.
21 Barriólos el torrente de Cisón, el antiguo torrente, el torrente de Cisón. Hollaste, oh alma mía, con fortaleza.
22 Despalmáronse entonces las pezuñas de los caballos por las arre­metidas, por los brincos de sus valientes.
23 Maldecid a Meroz, dijo el ángel del SEÑOR: maldecid severamente a sus moradores, porque no vinieron en socorro al SEÑOR, en socorro al SEÑOR contra los fuertes.
24 Bendita sea entre las mujeres Jael, esposa de Heber cineo; sobre las mujeres bendita sea en la tienda.
25 Él pidió agua, y dióle ella leche; en tazón de nobles le pre­sentó manteca.
26 Su mano tendió a la estaca, y su diestra al mazo de trabajado­res; y majó a Sísara, hirió su cabeza, llagó y atravesó sus sie­nes.
27 A los pies de ella se encorvó, cayó, quedó tendido: encorvóse a los pies de ella, cayó: donde se encorvó, allí mismo cayó muer­to.
28 La madre de Sísara se asoma a la ventana, y por entre las celo­sías a voces dice: ¿Por qué se detiene su carro, que no viene? ¿Por qué las ruedas de sus carros se tardan?
29 Las más avisadas de sus damas le respondían; y aun ella se respondía a misma.
30 ¿No han hallado despojos, y los están repartiendo? a cada uno una moza, o dos: los despojos de colores para Sísara, los despojos bordados de colores: la ropa de color bordada de ambos lados, para los cuellos de los que han tomado los despojos.
31 Así perezcan todos tus enemi­gos, oh SEÑOR: mas los que le aman, sean como el sol cuando nace en su fuerza. Y la tierra reposó cuarenta años.