129
Un cántico para los peregrinos que van a Jerusalén.
Muchos enemigos me han atacado desde que era joven. Que todo Israel diga:
Muchos enemigos me han atacado desde que era joven, pero nunca me vencieron.
Me golpearon en la espalda, dejando largos surcos como si hubiera sido golpeado por un granjero.
Pero el Señor hace lo correcto: me liberado de las ataduras de los impíos.
Que todos los que odian Sión sean derrotados y humillados.
Que sean como la grama que crece en los techos y se marchita antes de que pueda ser cosechada,
y que no es suficiente para que un segador la sostenga, ni suficiente para que el cosechador llene sus brazos.*
Que al pasar nadie les diga, “La bendición del Señor esté sobre ti, te bendecimos en el nombre del Señor”.
* 129:7 La imagen de algo inútil.