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LA sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas;
Mató sus bestias, templó su vino, y puso su mesa.
Envió sus criadas; sobre lo más alto de la ciudad clamó:
Cualquiera que es simple, venga acá. Para los faltos de entendimiento dijo:
Venid, comed mi pan, y bebed del vino que yo he templado.
Dejad las simplezas, y vivid; y andad por el camino del entendi­miento.
El que reprende al escarnece­dor, recibe vergüenza para sí: y el que reprende al impío, recibe su man­cha.
No reprendas al escarnecedor, porque no te aborrezca: reprende al sabio, y te amará.
Da instrucción al sabio, y será más sabio: enseña al justo, y acrecerá su saber.
10 El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría; y el conocimiento del Santo es entendimiento.
11 Porque por mí tus días serán multiplicados, y los años de tu vida serán aumentados.
12 Si fueres sabio, para ti lo serás: mas si fueres escarnece­dor, pagarás tú solo.
13 La mujer loca es alborotado­ra; es simple y no sabe nada.
14 Siéntase en una silla a la puer­ta de su casa, en lo alto de la ciu­dad,
15 Para llamar a los que pasan por el camino, que van por sus caminos derechos.
16 Cualquiera que es simple, ven acá; y para aquel que quiere entendimiento, ella le dice:
17 Las aguas hurtadas son dul­ces, y el pan comido en oculto es agradable.
18 Y no saben que allí están los muertos; y que sus convidados están en los profundos del infier­no.