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Canción: Salmo de David.
MI corazón está dispuesto, oh Dios; cantaré y salmearé todavía en mi gloria.
Despiértate, salterio y arpa: despertaré al alba.
Te alabaré, oh SEÑOR, entre los pueblos; a ti cantaré alabanzas entre las naciones.
Porque grande más que los cie­los es tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad.
Ensálzate, oh Dios, sobre los cielos; y sobre toda la tierra tu gloria.
Para que sean librados tus ama­dos, salva con tu diestra y res­póndeme.
Dios habló por su santuario: alegraréme, repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.
Mío es Galaad, mío es Manasés; y Efraím es la forta­leza de mi cabeza; Judá es mi legislador;
Moab, la vasija de mi lavato­rio: sobre Edom echaré mi zapato; regocijaréme sobre Filistea.
10 ¿Quién me guiará a la ciudad fortalecida? ¿quién me guiará hasta Idumea?
11 Ciertamente tú, oh Dios, que nos habías desechado; y no salí­as, oh Dios, con nuestros ejérci­tos.
12 Danos socorro en la angustia: porque vana es la ayuda del hombre.
13 En Dios haremos proezas: y él hollará nuestros enemigos.